Una deuda con Ourense
Artículo escrito por Juan Luis Ibarretxe Marcos
Praza Dos Suaves, en Ourense
09/06/2013: Definición de “tener una deuda”: “Dícese de todo aquello
que tiene quien es seguidor de Los Suaves y aún no les ha visto en directo en
Ourense. Esta deuda aumentará en cuantía y se le aplicarán los correspondientes
intereses de demora si se da el agravante de que el deudor hubiera contado en
su haber con una entrada para verles en la citada ciudad y no hubiera acudido,
sea cual fuere el motivo de esta ausencia”.
Algo así siento yo desde hace un tiempo. Y es que cuando en
febrero del año 2006 vi a Los Suaves en Madrid, me marqué como siguiente
objetivo presenciar una actuación de Los Suaves en Ourense, su ciudad natal, o,
en su defecto, en algún rincón de Galicia. Con motivo de la grabación del “29
años, 9 meses y un día”, me acerqué a la meta, de hecho, ya tenía mi entrada
comprada y todo. “¿Y hasta Ourense vas a ir sólo para ver un concierto?” Me
dijo la chica que me vendió la entrada a través de un punto de venta oficial de
una página web. “Claro, la ocasión lo merece”, le respondí. Me imagino que esta
pobre mortal no conocería la enjundia de la banda del gato y lo que ello
significa para los fanáticos de la misma, pero bueno, como se suele comentar: “Señor,
perdónala por su ignorancia”.
Aquel mes de septiembre de 2010 (¡Joder, cómo pasa el
tiempo!), me quedé con la miel en los labios por culpa de un empresario que era
peor que el patrón al que Yosi menciona en la canción “Una ciudad llamada
perdición” y que me mandó a Palencia a trabajar el fin de semana del concierto.
Desde entonces he tenido una espina clavada, espina que se introducía más y más
en mi alma cuando veía los vídeos de Youtube en los que se recogía la entrega
de la medalla a Los Suaves por parte del Ayuntamiento de Ourense, la noticia de
la creación de un sello del grupo y, en definitiva, con el ambiente que se
estaba creando en torno a lo que iba a ser y acabó siendo una cita histórica en
el panorama del rock estatal.
El punto álgido llegaría, como es lógico, con la salida
del DVD-CD, pero, más que con el concierto en sí, yo me estremecí con el
reportaje posterior, en el que se recogían todos los preparativos y a la ciudad
atestada de “gatos” con ganas de música. Lo cierto es que la visualización de
estas imágenes ha provocado en más de una ocasión que la humedad asome a los
ojos de un servidor, en parte por la rabia de no haber podido ser testigo
directo de todo lo allí vivido, y en parte por la emoción que supone comprobar lo
grandes que son Los Suaves y su gente (que ya sabéis que Los Suaves somos
todos).
Ahora, con mi entrada y mi hotel ya reservado, y a la
espera de que el gran Óscar llene el depósito de su coche, creo que ahora sí,
ahora podré completar el sueño de ver en vivo a la banda del gato en su propia
tierra y rodeado de fieles seguidores que, al igual que en aquel 2010, se
acercarán desde diversos puntos de la península para demostrar sin pudor que “el
rock se escucha con el corazón”.
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