El día que Dee Dee felicitó a Los Suaves
Ayer se cumplieron treinta años del concierto de Ramones en A Coruña

Dee Dee y Joey Ramone, durante una gira en el año 1993
15/11/2011: Hace treinta años y un día sucedió algo grande para el rock and roll y para la música en general. Ese día, Los Suaves dieron un paso al frente al triunfar como teloneros de Ramones en el concierto celebrado en el Palacio de los Deportes de Riazor (A Coruña), a donde los americanos llegaron con la curiosa fama de ser poco menos que “enterradores” de las bandas que abrían sus festivales. Y es que lo lógico en aquella ya lejana gira era que los grupos que tocaban antes de los neoyorquinos acabasen siendo “invitados a irse”, que los echaban a botellazos, vamos. Pero aquella noche, la historia cambió y los que a priori eran unos músicos “suicidas” lograron lo que casi nadie antes había conseguido: Sobresalir en su papel de teloneros de Ramones y lograr que público y crítica coincidiesen al alabar a esa banda ourensana que recibió hasta la felicitación del mítico Dee Dee Ramone.
Según he podido leer estos días en la noticia aparecida en “La Opinión Coruña” (http://ocio.laopinioncoruna.es/agenda/noticias/nws-37264-la-primera-noche-punk-corunesa.html) y en el foro de manerasdevivir.com, el citado Dee Dee no dudó en dirigirse a los gallegos para comentarles que habían sido los mejores teloneros que habían tenido en España, aunque el siempre dicharachero Charlie suele responder que eso sucedió porque se trato de los únicos que no habían sido expulsados a botellazos.
Sea como fuere, aquella noche del 13 de noviembre de 1981, Los Suaves, que en vez de un águila empleaban, y siguen empleando, a nuestro querido gato como emblema, vivieron un punto de inflexión. Se dice que tras la actuación, se abrazaron y lloraron como niños, pero lloraron de emoción, no de tristeza, de esa tristeza que a veces transmite Yosi en sus letras, y ésa fue la mayor prueba de la importancia que para ellos todos ellos tenía el concierto de aquella noche, en la que el rock se escuchó con el corazón, con un corazón que tres décadas después sigue latiendo con fuerza, sin necesidad de ningún marcapasos.
Leyendo ayer los comentarios sobre aquella noche, lo primero que se vino a la mente fue “¿Y dónde estaba yo aquel 13 de noviembre de 1981?” Pues la verdad es que no me acuerdo, porque entonces tenía 6 años, 3 meses y dos días, pero al tratarse de un viernes, me imagino que mientras Yosi y los suyos probaban sonido (si es que tuvieron la oportunidad de probar) yo estaría jugando a fútbol con mis amigos Óscar Gorroño y Carlis en el campo de fútbol de gravilla que había en el colegio de Erletxes (Galdakao), donde estaba estudiando 1º de EGB y donde destrozaba los pantalones para disgusto de mi madre. Posteriormente iría a casa y seguramente, para no dar el coñazo en casa, mi madre me llevaría con ella a hacer las compras al supermercado del difunto José Mari, a la carnicería que había un poco más arriba, o a la tienda de Paquita. En esa época no había grandes superficies comerciales, por lo menos en los pueblos, por lo que intuyo que los tenderos se explayarían con mi madre diciéndole “qué grande está ya este niño” (de hecho, mi tía Estrella vaticinaba que yo de mayor iba a ser harrijasotzaile, -levantador de piedras- aunque se equivocó en su pronóstico).
Más tarde, me imagino que a la vez que el ambiente se caldeaba en Riazor, yo estaría viendo el “Un, dos, tres” que presentaba Mayra Gómez Kemp. Este programa era entonces un fenómeno social, superior al de los programas del corazón de hoy en día, y en casa era una cita ineludible, aunque me parece que a mi difunto padre no le gustaba mucho, aunque no decía nada para no molestarnos.
En fin, que lo cierto es que aquel 13 de noviembre de 1981, en el que los niños de seis años hablábamos más del “Naranjito” o de los cromos del Mundial 82, no tuvo una relevancia especial para mí. O por lo menos no la tuvo de manera inmediata, puesto que sin aquel 13 de noviembre de 1981, tal vez yo no hubiera podido disfrutar el 1 de junio de 1990 de mi primer concierto Suave en La Casilla (Bilbao) en lo que supuso mi particular fecha talismán en lo que concierne a la música. Y es que desde entonces he aprendido a escuchar el rock con el corazón, con el mismo corazón con el que Charlie recordaba la felicitación de un Dee Dee que ayer, para celebrar el aniversario de la cita coruñesa, seguro que colocó la pegatina con la bandera de Galicia en el bajo con el que dio su particular concierto de punk-rock desde el cielo, o desde el infierno, o desde dónde ahora tenga la bajera junto al resto de compañeros de Ramones que nos dejaron antes de tiempo.