Los Suaves somos todos - Veinte años, un saludo

Veinte años, un saludo

Artículo escrito por Juan Luis Ibarretxe Marcos

Entrada del concierto de Los Suaves en Nájera

23/05/2011: Hace poco escuché a Yosi declarar que, “aunque se dice que veinte años no son nada, hay un poeta argentino que dice que diez años es mucho”. Lo cierto es que en más de una ocasión he reflexionado acerca de este comentario, puesto que con frecuencia sucede que siento como cercanos hechos que han acontecido hace veinte años, mientras que otros, ocurridos hace una década, los considero como muy lejanos.

A este respecto, quería compartir con todos los lectores de esta web lo que me pasó, o mejor dicho nos pasó (en total éramos cuatro amigos) hace justo veinte años, o sea el 23 de mayo de 1992. Ese día fui con mi gran amigo Richard, con un primo suyo y con un amigo de éste último hasta Nájera (La Rioja), puesto que allí iban a tocar Los Suaves, mi grupo preferido y, aprovechando que el difunto padre de Richard contaba con una casa en Huércanos, muy cerca del lugar del concierto, éste nos invitó a pasar allí el fin de semana.

Unos colegas, con Montxo, en Sestao en el año 1992

No hace falta decir que desde primera hora de la tarde (salimos de Galdakao después de comer) empecé a notar algo de ansiedad, de hecho, no teníamos entradas anticipadas y tenía miedo de perderme el que iba a ser mi cuarto concierto Suave. Por entonces no sabía que la búsqueda de esas entradas anticipadas iba a convertirse en algo realmente inolvidable. Y es que en cuanto llegamos a Nájera, los cuatro jóvenes (yo tenía entonces 16 años) nos dirigimos inmediatamente hacia la Sala Managua, a cuya puerta se encontraba un chaval que no era mucho mayor que nosotros y con el que enseguida entablamos conversación. Este chico, natural de Ermua (Vizcaya) estaba trabajando con Los Suaves durante la gira y, tras indicarnos que no había venta anticipada y que tendríamos que volver a la noche para comprar las entradas, nos dijo “Los Suaves son muy majos, ¿no os apetece entrar un rato a ver cómo hacen la prueba de sonido?”

Como es lógico, los cuatro asentimos con la cabeza y al pasar hacia el interior de la sala vimos a Alberto, Charly, Gelo y Montxo subidos al escenario, mientras que Yosi se encontraba abajo, en la pista, al lado de la mesa de mezclas, controlando cómo sonaba todo. Al entrar, el chico de Ermua tomó la delantera para comentarle algo a Yosi, entonces, éste se giró, nos tendió la mano y nos saludó diciendo algo así como ¿qué tal están mis amigos de Bilbao? La verdad es que no recuerdo muy bien la frase porque para entonces ya me habían empezado a temblar las piernas y creo que, más que hablar, yo estaba balbuceando por culpa de los nervios. Al de unos instantes, oímos una voz, no recuerdo si era de Charly o de Alberto, que decía “¿habéis venido desde Bilbao hasta aquí y ahora no vais a acercaros para darnos la mano?” ¡¡¡El resto de la banda me estaba pidiendo que fuera a saludarles yo, que no era más que un simple adolescente que casi ni necesitaba afeitarse de lo crío que era!!! Por supuesto que nos acercamos los cuatro e iniciamos un amago de conversación, tras el cual, Los Suaves se pusieron a ensayar en el escenario una canción que por entonces era inédita y que incluirían al año siguiente en el disco “Malas Noticias”. En concreto, se trataba del tema “Como cada noche”.

Autógrafo de Charly y Montxo

Cuando por fin nos pellizcamos, vimos que lo que habíamos experimentado era cierto y fuimos a cenar, los mayores de la casa tuvieron que escuchar atentamente nuestra vivencia, relatada con la misma pasión con la que un niño de tres años cuenta a su madre el dibujo que esa mañana ha realizado en su clase de parvulitos. Al día siguiente, ya en Galdakao, el hecho de haber conocido en persona a Los Suaves fue el tema de conversación con todos nuestros colegas, con los que no nos comunicábamos vía Facebook, si no cara a cara, de hecho, en esa época no había ni móviles ni Internet y el lugar de reunión habitual era la Sala de Soriano (llamada así porque el dueño era de Soria, no porque se apellidara Soriano).

Está claro que, aunque Los Suaves es el grupo que mejor cuida el trato directo con sus seguidores; para quienes siempre tiene tiempo, nosotros ese día fuimos solamente cuatro seguidores más de todos los que ellos tienen a lo largo de la península. De hecho, en ocasiones posteriores he podido charlar con alguno de ellos e incluso entrevistarles, pero esa primera vez en la que estreché la mano a los miembros de esta mítica banda siempre será recordada por Richar y por mí. No en vano, el pasado viernes, antes de que yo marchara a ver a Silencio Absoluto (Richard tenía que cuidar a sus dos bebés, los cuales ya tienen su preceptiva camiseta Suave), y con un par de birras como compañeras, recordamos de nuevo aquel 23 de mayo de 2012 en la que a los dos, por un simple saludo, nos temblaron las piernas de la emoción. Y es que veinte años no son nada… Y siempre seguirá existiendo la persona que fui esa noche.

P.D.: No sé si os habéis fijado. En la entrada pone la fecha del 16 de mayo, pero es erróneo. Lo que sucedió es que el concierto debía haberse celebrado el día 16, pero se aplazó al 23 y no cambiaron la fecha en la entrada

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